Por Alejandro A. Domínguez Benavides para Revista Argentina (Tercera Época)
Camerata Bariloche
– Quatettsatz en Do menor D.703 Franz Schubert
–De noche, finalmente Buenos Aires para oboe y cuerdas Claudio Alsuyet Estreno
-Dos Melodías Elegíacas Op. 34 Eduard Grieg
-Suite para orquesta de cuerdas Leoš Janáček
-Danzas folclóricas rumanas Béla. Bartok
-Fuga Criolla Juan Bautista Plaza
-Fuga y Misterio Astor Piazzolla
Calificación: Muy bueno.
La Camerata Bariloche un cruce entre la pasión y la excelencia
La Camerata Bariloche a través del tiempo ha sabido imponerse por su excelencia en las tres Américas, Europa y Asia con más de veinticinco giras realizadas por treinta y tres países.
Creada en 1967, ofreció en más de cincuenta años dos mil conciertos en las veintitrés provincias argentinas y en importantes salas y festivales del mundo, tales como Carnegie Hall (Nueva York), Sala Tchaikovsky (Moscú), Musikverein (Viena), Komische Oper Berlin, Salle Pleyel (París), Festival de Salzburgo, NHK (Tokio) entre muchos otros y, por supuesto, en el Teatro Colón (Buenos Aires), donde su presencia es esperada por sus seguidores que ya se cuentan por generaciones.
De la abundante lista de solistas nacionales y extranjeros que actuaron junto a la Camerata recordamos a Astor Piazzolla, Gerardo Gandini, Ljerko Spiller, Yehudi Menuhin, Janos Starker, Karl Richter, Nicolás Chumachenko, Maxim Vengerov, Jean Pierre Rampal, Vadin Repin, Cho-Liang Lin, JeanYves Thibaudet, Frederica von Stade, Mstislav Rostropovich y Martha Argerich. Solamente mencionamos a algunos de los grandes artistas.
Después de estos datos podríamos encontrarnos con una agrupación acartonada que ya cumplió su cometido y descansa en sus pergaminos. Pero, no. La Camerata Bariloche es un ejemplo para todos los argentinos, su secreto casualmente, está en conservar la calidad de siempre y vivir con pasión lo que se hace. En un mundo de personalismos e individualidades, la agrupación musical funciona como una institución y sus miembros la sostienen con su enorme prestigio profesional con austeridad y sin divismos. Allí está su gloria.
Un programa con folclore nacionalista europeo, latinoamericano y argentino.
En el comienzo, Quatettsatz en Do menor D.703 de Franz Schubert, obra con la que abre el camino a sus cuartetos maduros. La agrupación ofreció una transcripción para un conjunto más numeroso de instrumentos de cuerdas. La versión de este solo movimiento donde se resumen las pasiones del joven Schubert -tenía solamente veintitrés años cuando la compuso- fueron interpretadas con vigor y energía. Pieza exigente si las hay, que supo dominar con técnica y destreza el maestro Gurevich, que oficio como concertino y le imprimió ese ritmo fatal a todo el conjunto.
La siguiente obra, en estreno, fue De noche, finalmente Buenos Aires para oboe y cuerdas de Claudio Alsuyet (1957) compositor y docente, de destacada y reconocida trayectoria a nivel mundial. Fue vicedirector del Instituto superior de Arte del Teatro Colón y docente de Morfología y Análisis Musical de la Ópera. Se lució uno de los maestros de gran trayectoria en la Camerata, Andrés Spiller, solista en oboe. La obra recrea los sonidos de la noche que no son los del silencio, los pasos del tren, avión, pájaros, la brisa del viento. Una obra agradable y ejecutada con técnica y sentimiento. Allí también Gurevich hizo sonar el violín en contrapunto con el oboe logrando momentos de gran intensidad.
En las obras siguientes, podríamos decir que el programa se estructuró en obras que tienen raíces en el folclore nacionalista europeo, latinoamericano y argentino.
“El Nacionalismo -según la definición de Apel- es un movimiento de fines del siglo XIX y aún vigente hoy que se caracteriza por un fuerte énfasis en los elementos y recursos nacionales de la música. Está basado en la idea de que el compositor debe hacer de su obra la expresión de los rasgos nacionales y raciales, principalmente tomando como elemento de inspiración las melodías folklóricas y ritmos de danza de su país y eligiendo escenas de la historia o la vida nacionales como tema para sus óperas y poemas sinfónicos” (Apel William, Harvard Dictionary of Music, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, pp. 564 – 565).
En las Dos Melodías Elegíacas Op. 34 de E. Grieg, lograron brindar un momento de pesadumbre y melancolía. Esta obra tiene su origen en dos de sus lieder, titulados Corazón herido y La última primavera como con Schubert, los musicos transmitieron con sentimiento las intenciones del compositor. La Suite para orquesta de cuerdas es una de las primeras obras de Leoš Janáček, esta obra se la puede inscribir en el neorromantismo donde su autor muestra una cierta veneración por Antonin Dvořák. Se destacaron los primeros violines y violonchelos y sobre todo en el quinto movimiento, Adagio, el primer violonchelo nos deleitó con un solo de singular belleza y marcada expresividad.
A su turno, la obra del maestro venezolano Juan Bautista Plaza (1898-1965) interpretada por la Camerata se la ubica dentro de una estética nacionalista iberoamericana y más propiamente dentro del movimiento nacionalista de su país en el siglo XX. La Fuga Criolla que escuchamos, fue interpretada con el colorido local y la inspiración de Johan Sebastian Bach. Con la misma intensidad y con un indudable toque porteñolaCamerata Bariloche ejecutó Fuga y Misterio Astor Piazzolla. Una de las piezas más conocidas y tarareadas del compositor marplatense. Sin dudas la agrupación musical tuvo un momento sublime para honrarlo en su centenario.
Para el final las Danzas folclóricas rumanas Béla Bartok Compuestas en 1915, las melodías son originales, Bartók las elaboró escasamente, buscó componer miniaturas que tuvieran como duración un minuto. Un final alegre y colorido para otra noche inolvidable junto a la gran Camerata, sin lugar a dudas una de agrupaciones musicales que nos llenan de orgullo a los melómanos argentinos.
ORQUESTA ESTABLE DEL TEATRO COLÓN
Domingo 10 de octubre de 2021
– EDWARD ELGARD
-Chanson de Matin, Op. 15, N° 2
– Chanson de Nuit, Op. 15
-Salut dámour Op. 12
MAURICE. RAVEL
-Trois Poèmes de Stéphane Mallarmé
– I. Soupir – A Igor Stravinsky
-II. Placet futile – A Florent Schmitt
-III. Surgi de la croupe et du bond – A Erik Satie
Ma mère l´Oye
DIRECTOR Rodolfo Saglimbeni
MEZZOSOPRANO Mariana Rewerski
Calificación: Muy bueno.
La programación de las obras de Elgard y Ravel bajo la dirección del maestro Rodolfo Saglimbeni fue un gran acierto que colmó nuestras expectativas.
El maestro venezolano volcó en el escenario del Teatro Colón su experiencia y sus dotes artísticas. En la primera parte, las obras de Elgard fueron dirigidas sin pomposidad, ni protagonismo, sin lugar a duda logró un momento de encantamiento con Salut d’Amour, op.12, una de las obras más populares casi como su Pompa y Circunstancia y que Saglimbeni consiguió con delicadeza que la Orquesta Estable obtuviera un sonido envolvente y colmara de lirismo la sala de nuestro Primer Coliseo. La sección de cuerdas de la Orquesta Estable tuvo un desempeño exquisito especialmente en la ejecución de esta obra.
La aparición en escena de la mezzo Mariana Rewersky aseguró el climax necesario para conservar el lirismo dejado por la obra de Elgard. Interpretó Trois Poèmes de Stéphane Mallarmé de Ravel con precisión, fluidez y belleza. Segura y dulce en la expresión, el juego de las miradas buscando las imágenes la alejaron de la prisión de la partitura y los poemas se cantaron insistimos, con fluidez y crearon un verdadero clima de encantamiento. Rewersky posee un timbre bello, maneja sin dificultades las zonas agudas y graves. Su familiaridad con el repertorio francés la aleja de los peligros de la fonética. La música del idioma, el ritmo poético y la expresión no desprovista de sensualidad hicieron que su desempeño vocal y actoral fueran impecables.
En el cierre el maestro venezolano coronó la tarde con una excelente dirección de Ma mère l´Oye. Demostró hasta el final su refinado estilo, conocimiento de las obras a las que dirigió de memoria. Revivió los cinco cuentos dando los toques apropiados de la partitura y sumó a ello su vuelo artístico, logro sumergirnos en los mundos exóticos de “Laideronnette, Emperatriz de las Pagodas” y la extraordinaria forma de crear tensión, con final arrebatador, en “El Jardín de la hadas”. Una tarde sin dudas inolvidable. Nos dejó pensando en cuan necesarias son las contribuciones de grandes maestros para realzar a nuestras orquestas y no dejarlas librada a la rutina, esa peste que ataca en todos los flancos de la vida, pero que se torna fatal cuando invade el mundo del arte.