Por Germán Masserdotti para Revista Argentina (Tercera Época)
Ayer 25 de Mayo, fiesta patria, reflexionaba sobre nuestra querida Argentina. Hoy, 26 de Mayo, leo la nota de abajo de la cual destaco el párrafo que figura luego de mi comentario.
Nuestra querida Patria Argentina. No “este país”, como algunos acostumbran decir como si no fuera de ellos, sino “nuestro país”. Sí, nuestra querida Patria, en la que nuestros padres “nos trajeron a la vida”, como suele decirse, nos educaron y, no sin muchos sacrificios, trabajaron “de sol a sol” para que hoy, además de muchas otras cosas buenas, pueda escribir estas palabras.
Es cierto: vivir -y, todavía mejor, bien vivir- no es fácil en Argentina, nuestra querida Patria. Probablemente, cada día que pase, resulte más difícil, surjan mayores obstáculos, suframos nuevas decepciones, nos tiente “colgar los botines” o “tirar la toalla”. O lo que fuera. Nada de esto -sin perder de vista que puede haber situaciones que justifiquen, razonablemente, “irse” de nuestro país-, legítima considerarse o convertirse en alguien “sin Patria” o, dicho más ásperamente”, un apátrida sin comillas.
Parafraseando al poeta que ofreció su sangre por España, Argentina no me gusta pero la quiero y, por esto, me duele.
Yo sigo contemplando los campos, caminando las calles, cantando las zambas, las chacareras o cuecas, vacacionando en las sierras, las montañas o las playas de Argentina, mi querida Patria, no porque “no me queda otra”. Yo elijo a mi querida Patria Argentina. Y si, Dios me libre, tuviera que dejar de vivir en mi Patria, pido recordar las palabras del Salmista: “Si me olvidara de ti, Jerusalén, que se paralice mi mano derecha; que la lengua se me pegue al paladar si no me acordara de ti, si no pusiera a Jerusalén por encima de todas mis alegrías” (Salmo 137, 5-6). Los Evangelios narran que Jesús lloró dos veces. Una fue sobre Jerusalén, su querida patria (cf. Mateo 23, 37). Jesús fue un patriota. ¿Por qué, entonces, yo debería convertirme en un apátrida?
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Aquí, el párrafo y el link de la nota:
《Si bien hoy elige transitar ese camino de vida, admite que Argentina siempre será su hogar. “Los argentinos tenemos nuestros defectos, pero la generosidad, espontaneidad y transparencia. Son algunas de las cosas que nos definen por excelencia y no valoramos. Hay cosas estructurales que no se pueden negar de vivir afuera: vas a ahorrar dinero, vas a estar más seguro y si estás dispuesto a trabajar ‘de lo que venga’, trabajo hay. Todo eso es real y es bueno saberlo. Aunque también es bueno saber que todo eso no va a hacer tu vida necesariamente mejor, ya que ese desarraigo viene con un costo que uno tiene que estar dispuesto a afrontar. Dependiendo de la etapa de vida de cada uno, ese costo será mayor o menor”, concluye》.