Por Marcelo Resico para Revista Argentina (Tercera Época)
Nota introductoria: El presente trabajo consiste en la representación corregida del pasaje referido a E. Lamarca en Resico Marcelo (2012) “Aportes del Humanismo Cristiano en Economía al Desarrollo Argentino: Vida y obra de E. Lamarca, A. Bunge y F. Valsecchi” en la obra conjunta: M. Camusso, M. Orfali, I. López (coord), Doscientos Años del Humanismo Cristiano en la Argentina. Buenos Aires, Educa.
La figura de Emilio Lamarca (18441921) se destaca como uno de los principales representantes del catolicismo, tanto en el campo de las ideas, como en el compromiso socio-económico y político, dentro de una generación de personalidades que se inscriben en la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX. Para ese entonces el país había sufrido un gran cambio, caracterizado por un acelerado proceso de modernización y expansión económica con profundas consecuencias sociales. El proceso inmigratorio que, junto con la afluencia de capitales y la expansión del área agropecuaria bajo explotación, caracterizaban el modelo económico, cambió rápidamente la conformación de la sociedad, a la vez que impulsaba fuertemente la expansión de la economía. Debido a este proceso en el país se desarrollaría rápidamente la “cuestión social,” se difundirían nuevas ideologías políticas, y crecerían las masas de asalariados sin protección, en el marco de un Estado que actuaba en forma reactiva frente a estos cambios.
Para esta época gobernaba el país una nueva clase dirigente con ideas fundadas en el positivismo y el materialismo que dominaba la escena a través del liderazgo político de Julio A. Roca (1843-1914). A la luz de los nuevos problemas y señalando las deficiencias del oficialismo surgió un movimiento opositor y reformista en el que se destacaría el movimiento católico al cual Lamarca pertenecía.[1] Si bien los católicos coincidían en que con el orden conseguido a partir de la Constitución Nacional se consagraba la unión nacional, la primacía de la ley, y una economía moderna, se caracterizarían, sin embargo, por su oposición a las políticas anticlericales del gobierno de Roca porque creían tendrían un efecto contraproducente, también criticaban la corrupción política y la especulación financiera de su gobierno. La propuesta del grupo estaba fundada en la necesidad de transformar las instituciones y costumbres políticas del país y de encarar una política basada en principios éticos y democráticos, además de realizar una aguda crítica a la situación social propugnando el fortalecimiento de las asociaciones sociales, y mejoras en la legislación y la política social.
Dentro del grupo católico, integrado por figuras como José María de Estrada (18421894), y Pedro Goyena (18431892), entre otros, Emilio Lamarca tuvo una participación distinguida, tanto a nivel intelectual y del debate público, como a nivel organizacional y político. Las actividades de Lamarca, como representante típico de la generación, abarcaron un dilatado campo que incluyó la economía, la abogacía, la consultoría y la dirección de empresas, el desempeño como funcionario público del Ministerio de relaciones internacionales, etc. Además, fue un orador destacado, escritor, y dominaba varios idiomas.
Fue, asimismo, como veremos, una figura decisiva del “catolicismo social,” participando en sucesivas asociaciones, congresos católicos, la creación de Universidad Católica de Buenos Aires, y como fundador de la Liga Social Argentina. Según su biógrafo, Néstor Auza, el pensamiento de Lamarca efectuaría una evolución desde el catolicismo conservador hacia el pensamiento social-cristiano, identificado con un Estado democrático que cumple una función social con la colaboración de los involucrados, corrigiendo la organización económica por medio de la legislación laboral y social.[2] Asimismo, podemos citar a Guillermo Furlong para quién “Lamarca es el precursor de las preocupaciones y de las soluciones católicas a la cuestión social en Argentina.”[3]
Estudios, Influencias y Primeras Actividades
Emilio Lamarca nació en Valparaíso, Chile, el 21 de Agosto de 1844, en el período en que sus padres, de origen argentino, vivían allí.[4] Hizo sus primeros estudios en el Colegio de San Ignacio en la capital chilena. A mediados de 1858 su familia viaja a Inglaterra donde lo envían al Colegio de San Gregorio, cerca de Bath, dirigido por los padres benedictinos, donde estudia de 1859 a 1862. Luego viaja a Alemania donde cursó la carrera de ingeniería en minas en Clausthal entre los años 1861 y 1865. Allí estuvo expuesto a las teorías sociales y económicas de la época como ser la Economía Política Clásica y los antecedentes de la Escuela Histórica Alemana.[5]
En 1866 vuelve a Chile y trabaja en la empresa de su hermano Carlos, dedicada a la explotación minera. En 1873 se muda a Buenos Aires, estudia derecho, graduándose con distinciones en 1875. Aún, siendo estudiante en 1872, Carlos Tejedor, ministro de relaciones internacionales durante las presidencias de Sarmiento y Avellaneda, lo incorpora como traductor. Luego actúa como secretario del ministro en la legación argentina en Río de Janeiro. Finalmente llega a ser Subsecretario del Ministerio de relaciones exteriores, en la gestión de Felix Frias, cargo que continuaría hasta 1876. Durante su desempeño colabora en la discusión sobre la definición de los límites con Chile, para lo cual escribe varios ensayos sobre la cuestión.[6] En 1875 se casa con Albertina Martínez, con quién tendría cinco hijos.
Lamarca se desempeña en diversos puestos de alta responsabilidad en el sector privado, especialmente en el sector bancario y de seguros. En 1879 resulta electo como miembro del directorio del Banco de la Provincia. Alrededor de 1880 se incorpora al directorio de La Previsora, Compañía nacional de seguro de vida, del que sería presidente a partir de 1885. En 1881 se incorpora como miembro del directorio del Banco de Crédito Real, del que luego ocuparía la presidencia. En 1895 fue designado abogado del ferrocarril Bs. As. al Pacífico, hoy General San Martín, posteriormente lo nombrarían segundo director, y por último presidente, cargo en el que continuaría hasta su renuncia, motivada en el deseo de dedicarse a la acción social.
La Economía Política Clásica desde una Antropología Cristiana
En 1876 se incorpora a la actividad docente pues fue nombrado profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, reemplazando en la cátedra a Vicente F. López. Es entonces, a partir de los apuntes del dictado de clases, que publicaría en 1877 su obra Apuntes para el estudio de la Economía Política. La estructura y contenido de la obra ponen de manifiesto la importancia que daba al autor a fundamentar la economía dentro de las ciencias sociales y morales. Dedica una parte importante de la introducción a establecer los principios antropológicos en los que se basa el análisis económico, siendo el más importante el ubicar a la persona como centro de la actividad humana.
Desde este punto de vista desarrolla una visión de Economía Política acorde con la Escuela Clásica de la época, por ejemplo, en la obra de Jean Baptiste Say, aunque aplicando el contenido de la reflexión a la historia y las condiciones del país, y con un importante sustrato normativo. En este último sentido resulta influido por el pensamiento humanista cristiano puesto que estas ideas gozaban de difusión en el ambiente que frecuentaba en aquella época.[7]
Del centro ubicado en la persona humana y su acción, se derivan las actividades propiamente económicas como la aplicación de los bienes a las necesidades, la transformación y la distribución de los mismos. Clasifica a las necesidades en tres grandes categorías, a saber, las físicas, las intelectuales y las morales. En este punto el autor se distingue de las posturas materialistas que consideran a todas las necesidades bajo un mismo plano. Las riquezas, de cualquier tipo, sólo se convierten en tales, en cuanto existe el hombre que las requiere y les da un uso.
El autor se apoya en los argumentos a favor de la propiedad privada, según fueron desarrollados por Santo Tomás de Aquino en sus reflexiones acerca de la economía, y retomados en la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII en 1891.[8] En cuanto al trabajo –la cuestión más relevante en la discusión económico-social de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX– el autor lo considera una fuerza de orden moral que pone de manifiesto las características del agente que lo realiza: el ser humano en sus distintas dimensiones.[9]
Lamarca también publica su trabajo Decálogo de la Ciencia Económica.[10] La tesis central de la obra es la estrecha relación entre la economía y la ética.[11] En palabras del autor: “La eficiencia de las funciones económicas depende de la observancia de los preceptos.”[12] Así la línea argumental que une todo el escrito es la íntima armonía que existe entre la religión, la moral y la economía. Para el autor las capacidades del espíritu humano y sus virtudes constituyen la base de la riqueza de las naciones. La riqueza se crea, se multiplica y desarrolla, o declina y muere junto con estas capacidades que las disposiciones éticas, o virtudes, actualizan.[13]
En este escrito Lamarca pone de manifiesto otro de los núcleos de su pensamiento económico-social, que es el rol determinante de la familia en la dinámica social. Influido por las ideas al respecto del sociólogo francés Le Play, para Lamarca la sociedad crece y se desarrolla de forma sana, o declina y se corrompe, con la suerte análoga que corra la familia. La misma no sólo es la célula básica de la sociedad, sino también de la economía puesto que es la unidad originaria de la producción y del consumo.[14] Asimismo enfatiza las relaciones entre la economía y el orden político, en tanto sostiene que el “buen gobierno,” por contraposición con la tiranía, el desorden social, y la anarquía, hacen que las personas reaccionen de forma diferente, o bien confiando, invirtiendo y generando riqueza, o bien, retrayendo su confianza, migrando o disminuyendo la población.[15]
Según Lamarca el cristianismo ha tenido un rol muy relevante en el desarrollo de Occidente, por el impulso que dio a la conciencia ética, con la orientación que esta permite al despliegue de la libertad humana, y el aporte a la idea de la fraternidad de todos los hombres. Sostenía que la energía que surgió de la caridad ha sido una gran fuerza de desarrollo humano y social, y un factor importante en la búsqueda de la igualdad y de una misma dignidad y derechos entre las clases sociales y entre las naciones.[16] Por su desarrollo de los fundamentos filosóficos de la Economía Política y por la elaboración que realiza de los mismos, su biógrafo, Néstor Auza concluye que Lamarca es el primer representante en nuestro país de humanismo cristiano en la economía.[17]
Liderando la Oposición Católica al Gobierno de Julio A. Roca
Durante el primer gobierno de Julio A. Roca (1880-1886), se produjo un conflicto que llevó a la confrontación con el grupo católico al que Lamarca pertenecía, y del cual se convertiría en uno de sus líderes.[18] Rompiendo la alianza inicial con algunos católicos, y en el marco de su proyecto de modernización del país, Roca profundiza su política laicista de impronta positivista-liberal, adoptando una serie de medidas que lo hacen chocar con la Iglesia y congregar la oposición a sus políticas. El conflicto escala de manera importante durante el proceso de formulación y sanción de la ley 1420 de educación pública (1884), por la exclusión de la enseñanza religiosa, así como la ley del Registro Civil.[19] En el contexto de este debate también se tomaron medidas que afectaban a autoridades religiosas como clérigos y obispos –incluyendo la expulsión del nuncio apostólico– y la destitución de jueces y profesores católicos en las universidades públicas –incluyendo al propio Lamarca, que fue separado de su cátedra en la Facultad de Derecho.
La reacción de los católicos fue decidida y organizada. En el marco del conflicto se crea en 1883, por la iniciativa de José M. Estrada, Lamarca –quien sería su vicepresidente primero– y otros católicos notables, la Asociación Católica de Buenos Aires.[20] La asociación, que era sucesora del previo Club Católico, si bien mantenía los objetivos de agrupar a laicos para la formación mutua, tenía una manifiesta intención de participación en el debate público, para oponerse desde la prensa y la arena política a las políticas emprendidas por Roca. Uno de los órganos de difusión del grupo sería el diario La Unión, creado por Estrada en 1882, que también contaba con Lamarca como colaborador regular.
Otro paso importante del grupo se dio con la convocatoria, en agosto de 1884, al Primer Congreso Nacional de los Católicos Argentinos, donde se discutieron los problemas políticos, educativos y sociales del momento. En el marco del Congreso Lamarca, que formaba parte de la mesa directiva, fue una figura relevante tanto por el contenido de sus argumentos y propuestas, como por sus destacadas dotes de orador. Su participación estuvo caracterizada por un lado por una aguda crítica del oficialismo, pero por otro, por una serie de propuestas. Allí planteó la necesidad de la unión de todos los católicos y la constitución de un partido para potenciar su incidencia pública. La asamblea del Congreso retoma el pedido en el contexto de otras propuestas que apuntaban a la reforma social, cultural y religiosa, como el fortalecimiento de la educación religiosa paralela a la educación estatal, la creación de escuelas de artes y oficios, y otras medidas de carácter social.[21]
Con posterioridad al Congreso se da lugar a la fundación del partido político, denominado Unión Católica, creándose luego su Comité Nacional –integrado entre otros por Lamarca– destinado a reunir a los grupos provinciales que tenían origen en las asociaciones católicas del interior. El partido estaba inspirado en los partidos católicos europeos que se originaron también al calor del conflicto con la política laicista del liberalismo decimonónico.[22]
Al realizarse las elecciones en 1886, sin embargo, el partido no logró imponer a sus candidatos, y resultó elegido el candidato oficialista Miguel Juárez Celman. El clima de hostilidad a los católicos no disminuyó, sino por el contrario. La prensa asociada al grupo perdió muchos de los medios que tenía para expresarse y en 1888 se impulsó una Ley de matrimonio civil, que manifestaba una franca oposición a las convicciones de la Iglesia.
Si bien la lucha frente al oficialismo liderada por los católicos resultó contrastada, fue muy influyente en la organización de la oposición en coalición con movimientos que tenían un origen diverso. Cuando de las filas opositoras surgió la Unión Cívica de la Juventud, que tenía como líder a Leandro Alem, los católicos se unieron al grupo. Así la mayoría de los miembros de la Unión Católica pasó a la Unión Cívica, cuando esta se crea en 1890, incluyendo a Emilio Lamarca que formaría parte de la Comisión Nacional del partido. Ese mismo año los opositores lideran la revolución de 1890, que propone llamar a elecciones para reemplazar al presidente, pero es derrotada por la intervención militar directa de Roca y sus generales.[23]
Un capítulo destacado de la participación de Lamarca en esta época, junto al grupo católico, consiste en la fundamentada crítica que realiza de la política económica del gobierno. Lamarca ataca particularmente la política financiera, constituyéndose en profeta de la crisis que sobrevendría,[24] tarea que realiza a través de una seguidilla de artículos en el diario La Unión.
En sus directos artículos el marco de argumentación giraba en torno a la excesiva injerencia del Estado, que absorbía, según el autor, funciones que puede realizar el sector privado.[25] Lamarca sostiene, en ese marco, que la política económica y financiera emprendida por el gobierno, desde mediados del primer gobierno de Roca, caracterizada por el curso forzoso de la moneda y el abuso del endeudamiento y del crédito externo, si bien momentáneamente creaba una sensación de bienestar y progreso, no era sostenible en el tiempo, y llevaba, de no cambiarse, necesariamente a una crisis financiera y económica.
Roca, que había impulsado la unificación monetaria de la Argentina mediante la Ley de Moneda Nacional, sanciona también la Ley de los Bancos Garantidos que permitía a las provincias emitir su propio dinero.[26] Si bien la política funcionó en un comienzo, con el tiempo los bancos provinciales encargados comenzaron a imprimir papel moneda en exceso por sobre las reservas de oro, y tomando crédito en el exterior para sostenerlo, a resultas de lo cual se creó un círculo vicioso de endeudamiento.
Lamarca criticaba el modelo de curso forzoso de la moneda adoptado porque llevaba a la emisión de papel moneda sin respaldo, y, paralelamente, a un abuso del crédito interno y externo, que atentaba a mediano plazo contra el valor del peso nacional, causaba la baja del encaje metálico y la huida al oro. Para peor esta política creaba una falsa sensación de prosperidad impulsando el aumento de importaciones y la mala asignación del crédito, que hacía cada vez más difícil el pago de los intereses, augurando el corte del crédito externo, la crisis financiera y bancaria, y con ella la caída del nivel de actividad interna.[27]
Finalmente se realizan las previsiones de Lamarca, con la crisis económico-financiera que se extiende hasta 1892, erosionando fuertemente la credibilidad del gobierno, y obligando al Poder Ejecutivo a declarar la no convertibilidad de los billetes emitidos por los bancos públicos al oro. Durante la crisis el propio Lamarca ve afectada su posición económica y debe reabrir su estudio de abogado. Pocos años después en 1895, suma otro golpe al fallecer su esposa.
La Génesis del Catolicismo Social Argentino
Luego de la represión de la revolución y con el quiebre de la Unión Cívica en 1892, los católicos apoyaron la candidatura del católico Luis Sáenz Peña. Con la presidencia del Dr. Sáenz Peña, los católicos logran el respeto buscado y poco a poco se produce el declive de la Unión Católica, a través de la diáspora de sus antiguos miembros.[28] Pero a medida que el movimiento político de los católicos parecía perder fuerza, en realidad esta se canalizaba al ámbito social y asociativo. Tanto en la primera etapa, como hemos visto, como en la organización del movimiento social católico Emilio Lamarca sería un actor destacado.[29]
En 1894 el sacerdote Guillermo Grote había fundado los Círculos de Obreros Católicos, con la aprobación y el apoyo de Lamarca. Los círculos serían dirigidos más tarde por otro economista católico: Alejandro Bunge.[30] En 1895 Lamarca cierra su estudio para dedicarse a la reflexión. En 1896 viaja y toma contacto con las iniciativas sociales de los católicos en Bélgica, Holanda y Alemania. En 1906 viaja nuevamente a Europa para profundizar su conocimiento y vincularse con las iniciativas sociales de los católicos en Europa. Recorre en este viaje Francia, Bélgica, Italia y Alemania.[31] En medio de sus viajes y a través de sus estudios, Lamarca se siente fuertemente atraído por el modelo alemán del Volksverein, nacido de la así llamada lucha cultural (kulturkampf) contra Bismarck.
A Lamarca le interesaba especialmente profundizar en las nuevas iniciativas en cuanto a la acción social, la agremiación, la legislación laboral, la conciliación y el arbitraje, el derecho a la huelga y el lock-out.[32] Su enfoque partía de que una deficiencia importante de la acción social era no tener una percepción profunda de las necesidades del pueblo, que según su punto de vista son elevadas y espirituales en última instancia, y remiten a una igualdad en la participación y el gozo de los bienes intelectuales y morales de la civilización.[33] Asimismo le interesaban las prácticas cooperativistas y el accionar de la prensa católica
En el Segundo Congreso Nacional de los Católicos Argentinos, que se llevó a cabo en 1907 con el propio Lamarca como su Presidente, propuso cambiar el foco de la participación activa de los católicos del ámbito político al campo social, para unificar sus esfuerzos. En el mismo se trataron la cuestión obrera y su solución (protección a la mujer y familia obrera, contrato de trabajo, accidentes de trabajo, seguro obrero, vivienda obrera, etc.), la relación con la prensa, la enseñanza cristiana pública y privada, y la acción de los católicos.[34] Al año siguiente, se realizó en Córdoba el Tercer Congreso Nacional de los Católicos Argentinos. Allí Lamarca profundizó sus propuestas de abordar prioritariamente la solución de la cuestión social, culminando con la propuesta de fundar lo que luego sería la Liga Social Argentina.
En el mes de julio de 1909 fue creada en forma oficial la Liga. La Liga Social fue una institución laica que tenía el espíritu de realizar un aporte en el campo social y económico, y tomaba como modelo el Volksverein. Lamarca enfatizaba en que debía concebirse como una escuela de educación social basada y también como una formadora de líderes basada en los ideales del cristianismo. En cuanto a su organización contaba con tres planos: el religioso, dependiente de los clérigos, el social y el político. En su actividad promovía el estudio y la formación de gremios, cooperativas rurales y de consumo, la defensa jurídica de trabajadores, el apoyo a las mutuales sindicales, etc. Sus medios fueron la difusión oral y escrita, la oficina de informaciones, las conferencias, las bibliotecas, los locales propios y las publicaciones.[35] La institución cumplió una vasta tarea llegando a contar con más de cinco mil miembros y casi doscientas oficinas en todo el país, organizó muchas conferencias y publicó numerosos folletos y publicaciones de distintos tipos, además de editar la publicación Semana Social a partir de 1911.
El Ocaso de las Luchas Públicas y la Esperanza Cultural
Paralelamente al desarrollo de la Liga social, Lamarca participa en diversas iniciativas del ámbito político. Entre comienzos de siglo y la fundación, con la participación de Lamarca, de la Unión Patriótica en 1907, las iniciativas católicas –que incluyeron en 1902 la creación de la Liga Democrática Cristiana a partir de la influencia del padre Grote– fueron inconsistentes y discontinuas.[36] Una de las cuestiones centrales consistía en el saneamiento de las prácticas políticas, especialmente limitar los abusos electorales, para lo que se había presentado ante el Congreso un proyecto de reforma.
Para ese entonces Roque Saenz Peña, quien lideraba una línea disidente dentro del oficialismo, coincidía con esta política. Es entonces cuando Lamarca, junto a otros importantes católicos como Indalecio Gómez, Joaquín María Cullen deciden participar de la Unión Nacional de Saenz Peña.[37] En el seno de la coalición se logra consenso en cuanto a un proyecto de reforma electoral que incluyera el voto obligatorio y a generar mecanismos de control que dificultaran las maniobras fraudulentas y las prácticas de las máquinas electorales.[38] Con la presidencia de Saenz Peña, (1910-1914) se promulga la Ley 8.871 o “Ley Sáenz Peña”, sancionada en 1912, que instauró en Argentina el voto universal, secreto y obligatorio.[39]
En 1909 Lamarca participaría en otro momento importante de las iniciativas católicas en la sociedad civil, puesto que, en la reunión de obispos de ese año, se decide la creación de la Universidad Católica de Buenos Aires, comenzando por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. En esta oportunidad ofrecen a Lamarca el cargo de miembro del Consejo directivo y profesor de Economía Política.[40] En la Academia Literaria del Plata ayuda al lanzamiento de la Revista Estudios en 1911, importante durante sesenta años en el catolicismo.[41]
Casi al fin de su vida recibe una noticia amarga –Lamarca desde 1917 queda ciego por una diabetes– la jerarquía eclesiástica se solicitó en 1919 la disolución de la Liga Social Argentina para evitar su competencia con la Liga económico-social de la Unión Popular Católica Argentina (UPCA) de reciente creación. Sin embargo, poco antes de su muerte, el 5 de Julio de 1922, se entusiasma con la creación de los Cursos de Cultura Católica y apoyó a sus jóvenes organizadores prestándoles la sede central de la Liga Social. Al morir dejó a los Cursos de Cultura la espectacular biblioteca que había acaparado en años de investigación y acción social y política, que a su vez en el futuro constituiría una de las donaciones fundantes de la biblioteca de la Universidad Católica Argentina.[42]
El Dr. Marcelo Resico es profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA, donde dirige el Doctorado en Economía y dirigió el Programa de Desarrollo e Instituciones (2007-2022). Colabora como especialista en economía e instituciones para la Fundación Konrad Adenauer y otras asociaciones empresariales y políticas en Argentina, Latinoamérica y en el ámbito internacional. Sus libros incluyen “La Estructura de una Economía Humana. Reflexiones en cuanto a la actualidad de W. Röpke,” Educa (2008); “Introducción a la Economía Social de Mercado,” FKA (2011); “Aportes de la Economía Social de Mercado para la Argentina del siglo XXI,” FKA (2019), y en coautoría con la Dra. Guadalupe Martino, “Diálogo social para el desarrollo inclusivo en la Argentina pos-pandemia,” UCSF (2021).
[1] Eduardo Zimmerman incluye al grupo católico como una de las tres corrientes reformistas, junto con los liberales y los socialistas, que se abocan a la discusión de la nueva situación social del país en esos años. Zimmermann, Eduardo A., “Los intelectuales, las ciencias sociales y el reformismo liberal: Argentina, 1890-1916”, Desarrollo Económico, Vol. 31, No. 124 (Jan. – Mar., 1992), pp. 545-564, pg. 545.
[2] Auza Nestor, Emilio Lamarca, Economista y organizador social, texto inédito, pg. 58.
[3] (Oración fúnebre, en Estudios, Sept-oct de 1944, pag 183), citado en Op. Cit., pg.189.
[4] Un dato interesante que señala Auza en su biografía de Lamarca es que Carlos, padre de Emilio, era amigo íntimo de Juan Bautista Alberdi. Op. Cit, pg.99
[5] La Escuela Histórica Alemana en su origen tenía un enfoque abierto al liberalismo, en una forma de síntesis que podríamos denominar “liberalismo romántico” o “liberalismo historicista”, del cual la principal figura por el alcance de la influencia de su obra sería el padre de la Constitución Nacional Juan Bautista Alberdi. Véase para la cuestión del historicismo en Alberdi, Castex Adelina, “Alberdi y el historicismo. Su concepto de nación.”, Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Mendoza, Argentina, marzo-abril 1949, tomo 3.
[6] Posteriormente junto con I. Gómez, así como otros políticos e intelectuales, se encontraron entre los miembros de la Liga Patriótica Argentina, una organización fundada en 1898, durante el conflicto diplomático con Chile. Castro, Martín O., “Los católicos en el juego político conservador de comienzos del siglo XX (1907-1912)”, Desarrollo Económico, Vol. 49, No. 193 (Apr. – Jun., 2009), pp. 31-60, pg.57.
[7] Su biógrafo Néstor Auza señala en este punto a von Ketteler, Eduard Manning, Charles Perín, etc, Auza Nestor, Emilio Lamarca, Economista y organizador social, texto inédito, pg.76.
[8] Op. Cit., pg.70.
[9] “El trabajo es una fuerza que procede esencialmente del orden moral y que lleva el sello de la unidad de facultades del agente que trabaja: el hombre.” Lamarca Emilio, Apuntes para el estudio de la Economía Política, Igon Hermanos, Buenos Aires, 1877, pg.42. Op. Cit., pg.55.
[10] “En la séptima entrega de la Revista de Economía Argentina A. Bunge, quien ha de ser el continuador del pensamiento de Lamarca en el pensamiento social-católico, reedita la obra.” Op. Cit., pg.64.
[11] En particular, la ética judeo-cristiana, y hasta cierto punto universal en tanto es reflejada por el decálogo
[12] Op. Cit., pg. 62.
[13] “…la energía del alma, las luces del espíritu y las virtudes constituyen la fuente primera de las riquezas de las naciones; ellas la crean, la desarrollan y la sostienen, la riqueza crece, declina y desaparece con estos nobles atributos del alma.” “El decálogo y la ciencia económica”, en Revista de Economía Argentina, año 1, tomo 2, n° 7, ene 1919, p. 5-18, pg.12. En Op. Cit., pg.66.
[14] En esta idea, su biógrafo Néstor Auza, encuentra la influencia de economistas y sociólogos como Bosse, laboulaye, Konigswarter, Boistel, Le Play. Op. Cit, pg.67.
[15] Op. Cit., pg.68
[16] Apuntes para el estudio de la Economía Política, Igon Hermanos, Buenos Aires, 1877, pg. 63-64. Citado Op. Cit., pg.57.
[17] “En este sentido Lamarca bien puede ser considerado como el primer profesor que desde su cátedra expone los principios fundamentales de una economía cristiana.” Op. Cit., pg.55.
[18] El antecedente más remoto del que tenemos noticia de este grupo es el Club Católico, fundado por Félix Frías en 1877, y renombrado como Asociación Católica de Buenos Aires en 1883.
[19] Así matrimonios, nacimientos y fallecimientos que eran registrados por la Iglesia pasan a serlo por el Estado.
[20] Esta asociación incluía dentro de sus miembros a José Manuel Estrada, Pedro Goyena, Tristán Achával Rodríguez, Manuel Dídimo Pizarro, Alejo de Nevares, Apolinario Casabal, Santiago O’ Farrell, Luis y Francisco Repeto.
[21] Según Auza con esto “adelantándose en años a los primeros proyectos de leyes sociales en el país…” Auza Nestor, Op. Cit., pg.120.
[22] “Este partido político, Unión Católica modelado según el ejemplo de los partidos católicos europeos constituidos con el fin de combatir al liberalismo, nació como consecuencia directa de las deliberaciones del Congreso Católico de 1884 y reflejó los esfuerzos militantes de la dirigencia católica por unificar la participación política de los laicos dispersos en diversas facciones.” Castro, Martín O., “Los católicos en el juego político conservador de comienzos del siglo XX (1907-1912)”, Desarrollo Económico, Vol. 49, No. 193 (Apr. – Jun., 2009), pp. 31-60, pg.35.
[23] Auza Nestor, Emilio Lamarca, Economista y organizador social, texto inédito, pg.131.
[24] Op. Cit. 130 y ss. y Auza, Néstor, Católicos y liberales en la generación del ochenta, Ediciones culturales argentinas, Buenos Aires, 1981.Auza, pg.350-52.
[25] “Así el Estado docente, el estado industrial, el estado comerciante es un concepto monstruoso, que hiere los derechos individuales porque los saca de sus funciones propias y naturales.” Citado por Auza Nestor, Emilio Lamarca, Economista y organizador social, texto inédito, pg.142.
[26] Esta segunda ley proporcionaba al ejecutivo un instrumento de control sobre las provincias, puesto que el presidente era quien determinaba las provincias que estaban autorizadas para emitir.
[27] Op. Cit., pg.142.
[28] Auza, Néstor, Católicos y liberales en la generación del ochenta, Ediciones culturales argentinas, Buenos Aires, 1981, pg. 601-605.
[29] “Los católicos, que ya poseían la enseñanza y la experiencia dejadas por el ensayo de organización política, fueron derivando lentamente hacia el campo obrero, realizando otro gran ensayo de testimonio y presencia en las luchas gremiales de comienzo de siglo. El sobreviviente más renombrado y perseverante, aunque no el único de la generación católica del 80, que se prolongaría en la acción social y obrera, sería el Doctor Emilio Lamarca.” Op. Cit., 605.
[30] Los Círculos de Obreros, cumplieron una función importante desde su creación en 1892, llegando a contar con 85 centros distribuidos por todo el país y más de 30.000 socios. El espíritu de la obra consistía en evangelizar en las calles y los talleres, apoyar la organización de sindicatos cristianos, agremiando sectores nuevos, en especial las trabajadoras y aglutinar a sectores propietarios, convenciéndolos de que era necesario aceptar reformas sociales.
[31] Auza Nestor, Emilio Lamarca, Economista y organizador social, texto inédito, Auza Nestor, Emilio Lamarca, Economista y organizador social, texto inédito, pg.152.
[32] Op. Cit., pg.163.
[33] Señala Auza, su biógrafo que Lamarca “en confirmación de su pensamiento exalta… la figura de monseñor Ketteler, obispo de Maguncia”, Op. Cit., pg. 180.
[34] OP. Cit, pg.155.
[35] En diciembre de 1911 comenzó la publicación de Semana Social, el periódico de la Liga Social que aparecería ininterrumpidamente hasta 1920.
[36] Castro, Martín O., “Los católicos en el juego político conservador de comienzos del siglo XX (1907-1912)”, Desarrollo Económico, Vol. 49, No. 193 (Apr. – Jun., 2009), pp. 31-60, pg.39.
[37] Lamarca en definitiva se aleja de la Unión Patriótica, porque favorecía la constitución de una agrupación con una identidad católica más clara y, conformada como resultante de un movimiento confederal con bases sociales que pudieran originar y sostener a un partido político similar al Zentrum alemán. Op. Cit., pg.49.
[38] Op. Cit., pg. 57-58.
[39] La ley fue impulsó fuertemente la democratización de la política, aunque distaba de ser completamente universal. Las elecciones posteriores serían ganadas por el candidato de la Unión Cívica Radical, Hipólito Yrigoyen, iniciándose así un cambio político de un alcance mucho mayor al que habían imaginado sus defensores y detractores. Para el impacto de la misma en el desarrollo económico e institucional argentino véase el artículo “Aspectos institucionales del desarrollo argentino: convergencias, conflictos y oportunidades.”, Resico Marcelo, Revista Cultura Económica, Año XXVIII, Nº 77/78, Septiembre de 2010.
[40] Auza Nestor, Emilio Lamarca, Economista y organizador social, texto inédito, pg., 169.
[41] Op. Cit., pg.95
[42] Hoy esa valiosa biblioteca forma parte de la de la Universidad Católica Argentina.