La bella durmiente del bosque en el Teatro Colón: una magnífica obra de arte.

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por Alejandro A. Domínguez Benavides para LA PRENSA

Crédito Fotográfico A. Colombaroli/ Prensa Teatro Colón

La bella durmiente del bosque, ballet en un prólogo y tres actos, sobre el cuento de Charles Perrault. Música: P. I.  Tchaikovsky. Coreografía: Mario Galizzi (sobre la original de Marius Petipa). Por el Ballet Estable del Teatro Colón. Dirección: Mario Galizzi. Escenografía: Christian Prego. Vestuario: Aníbal Lápiz. Iluminación: Rubén Conde. Orquesta Estable. Dirección: Carlos Calleja. En el Teatro Colón. Funciones hasta el 25 de junio.

CALIFICACIÓN: Excelente

Después de haberse representado durante tantos años, el ballet La bella durmiente del bosque, todavía tiene potencial para capturar la imaginación de audiencias de todas las edades. Inspirado en el cuento La Belle au Bois Dormant , escrito por Charles Perrault en 1697. En 1889 Tchaikovsky creó con este título su partitura de ballet más larga. Un año después, se representó la primera producción, coreografiada por Marius Petipa.

La versión que ofrece Mario Galizzi en el Teatro Colón es la estrenada en nuestro primer coliseo  el 24 de noviembre de 1990. En ese año se celebraban tres aniversarios: cien años del estreno del ballet en San Petersburgo, el sesquicentenario del nacimiento de Tchaikovsky, y los sesenta y cinco años de la creación del Ballet Estable, elenco que Galizzi integró como bailarín y luego dirigió. Galizzi utilizó decorados según los diseños del pintor Nicola Benois, y el vestuario de Norman McDowell.

La historia, aparentemente simple, encierra uno de los dilemas humanos que ha ocupado la mente de filósofos y teólogos, la lucha entre el bien y el mal. La bebé princesa Aurora es bautizada frente a la corte, con seis hadas presentes como madrinas. Mientras le entregan regalos, la malvada hada Carabosse llega sin ser invitada y maldice a la joven princesa y predice que morirá cuando cumpla dieciséis años. Afortunadamente, el Hada de las Lilas le concede su regalo: la maldición no matará a Aurora, sólo la hará dormir durante 100 años, hasta que un príncipe la despierte con un beso. Con gran atención al detalle, los opulentos trajes y los grandiosos decorados dan vida a este mágico cuento de hadas, revelando su encantadora poesía coreográfica.

La Bella Durmiente es uno de los ballets técnicamente más exigentes dentro del repertorio clásico. El trabajo de puntas del elenco, especialmente del cuerpo de bailarinas, fue sobresaliente, sin ningún error ni caída, incluso mediante saltos en puntas y giros bruscos y complicados. El Vals de las guirnaldas con que se abre el primer acto es un ejemplo de precisión y belleza

 La princesa Aurora, en la función del 12 de junio, fue interpretada con solidez reconocida por Camila Bocca. Brindó una conjunción de técnica y arte por ejemplo en  el  Adagio de la rosa, durante el Acto I. Es uno de los momentos más famosos (y peligrosos) del ballet clásico, Bocca mantuvo  un equilibrio en punta mientras cuatro pretendientes cada uno la conducen en un tours. Después de sus cuatro rotaciones, se extiende con gracia hasta formar un arabesco antes de finalmente bajar de la punta. Es una prueba de técnica clásica, pero también una muestra de la independencia de Aurora. Una versión modificada de estos equilibrios reaparece en el  pas de deux del tercer acto cuando Aurora y el príncipe Desirée bailan en su boda. Pero esta vez, en lugar de afirmar su independencia, el equilibrio se convierte en un momento de abrazo cortés, demostrando que, finalmente, este hombre es su verdadero amor. Los movimientos, de Bocca,  muy limpios y su actuación sobria, elegante y encantadora fue un derroche de sensibilidad.

Federico Fernández un partenaire ideal para Bocca, demostró con  su papel del Príncipe Desirée sus dotes de actor -gran dominio escénico como solista  en el bosque en el  Acto segundo – y por supuesto de bailarín. Por momentos parece volar y  sus  hazañas de desafío a la gravedad son uno de los aspectos más destacado de su actuación. La escultural Hada Lila – Ayelén Sánchez- exudó sabiduría y ensoñación. Y Rocío Agüero como Carabosse desplegó toda la maldad posible a través de pasos difíciles y perfectos. Sus apariciones provocan pánico en el Prólogo y en el  Acto I.

Hace un gran despliegue actoral donde claramente se ve el triunfo del mal. Sin embargo como escribió Chesterton: “los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que  pueden ser vencidos”.

El maestro Calleja y la Orquesta Estable brindaron un espectáculo aparte. La música de Tchaikovsky estuvo a la altura de la coreografía, un verdadero festín para los ojos y los oídos. Las bailarinas se deslizan por el escenario con tanta gracia y facilidad que parecen hacerlo sin esfuerzo. Hadas encantadoras, una princesa somnolienta, una maldición maligna y, por supuesto, el Príncipe Azul, cautivaron al público gracias a la magnífica producción donde el diseño de escenografía a cargo de Christian Prego,  la belleza del adecuado vestuario ideado por de Aníbal Lápiz y la iluminación, un personaje más, dirigida por Rubén Conde hacen de  esta Bella durmiente, una obra de arte.

El ballet es una de las expresiones del arte que nunca nos defrauda. Es una pena que tanto talento artístico tenga tan pocas posibilidades de demostrarlo en el escenario del Teatro Colón.  La danza debe contar con muchos más títulos en la programación anual. El fervor del público, además, así lo reclama.