Por Alejandro A. Domínguez Benavides para Revista Argentina (Tercera Época)
Fotografías Lucía Rivero Arnaldo Colombaroli/Prensa Teatro Colón
Teatro Colón
Domingo 10 de noviembre de 2024
“Orfeo en los Infiernos”, opereta en cuatro actos, con texto de Hector Crémieux y Ludovic Halévy, y música de Jacques Offenbach.
Con Carlos Natale, Mercedes Arcuri, Eugenia Fuente, Víctor Torres, Ricardo Seguel, Paula Almerares, María Castillo de Lima y Santiago Martínez.
Coreografía de Carlos Trunsky
Iluminación de Verónica Alcoba
Escenografía de Gonzalo Córdoba Estévez
Vestuario de María Emilia Tambutti
Video de Matías Otálora
“régie” de Pablo Maritano.
Coro (Miguel Martínez)
Orquesta Estables del Teatro Colón (Christian Baldini).
CALIFICACION: REGULAR
En su primera opereta de larga duración, Orfeo en los Infiernos, Jacques Offenbach se inspiró en la leyenda griega de Orfeo y Eurídice y con los libretistas Hector Crémieux y Ludovic Halévy, estrenó una primera versión en 1858, que luego fue modificada y ampliada considerablemente en 1874.
La obra de Offenbach nació como una parodia implacable de muchas cuestiones a la vez y es allí donde su genio y su fantasía se despliegan. Antes de todo es una parodia de la misma música y de la academia, Offenbach satiriza al intocable Gluck y a su Orfeo y Euridice de 1762; a la corte de Napoleón III, sus vicios públicos y privados; a la mitología clásica y al paraíso y el infierno, un cielo muy luminoso y aburridísimo y un subsuelo oscuro pero muy vivaz…
La puesta de Pablo Maritano no parodió nada. O quizá buscó caricaturizar a la opereta como género. No se sabe. Lo cierto es que el resultado de este engendro fue una suerte de music-hall o comedia musical donde se combinaron música, canciones, diálogos (en castellano en francés de dudosa pronunciación y ¡utilizando micrófonos!) y baile para contarnos una historia aburrida con mucho color, movimiento y un desesperado deseo de mostrar lo alegre que estamos y contagiar al público incauto de una alegría fatua para que concluya batiendo palmas al ritmo del famoso can-can.
Un despliegue inútil de tecnología más de cien pantallas le sirve de telón de fondo a la Opinión Pública interpretada por Eugenia Fuente. Su rol anacrónico, hipócrita y puritano que aparece en los momentos menos oportunos para recordar a Orfeo sus “deberes” conyugales queda desdibujado. A partir de allí entramos en el mundo de las adaptaciones. El primer cuadro esta ubicado temporalmente en los años 60/70 del siglo pasado. El gran amor entre Orfeo y Euridice ha dado paso a una vida cotidiana monótona. Ambos se divierten con aventuras extramatrimoniales. Euridice con el apicultor Aristeo que en realidad es Plutón. En escena la dicotomía de los personajes está marcada por un Orfeo aburrido y un Aristeo/ Plutón con características de hippie o de rockero. El vestuario rescató el espíritu de aquella época con sus colores y sus modas. La escenografía muy abierta y la estridencia de la orquesta no colaboraron con los cantantes. Sus voces se perdían y los contenidos fueron inaudibles. Se sumó a este problema la voz pequeña de Mercedes Arcuri – Euridice-que estuvo muy lejos de alcanzar el rendimiento esperado. Carlos Natale sufrió los mismos problemas que Arcuri, pero demostró un desempeño vocal superior. Cabe acotar que se sumó a lo señalado las demandas físicas de una puesta que exigió un inexplicable movimiento continuo.
En los actos subsiguientes el espacio escénico se transformó en un amplió salón de un palacete con mucha luz donde los dioses aburridos aguardaban alguna aventura para salir del tedio y se movilizaron con carteles y pancartas para protestar como en un piquete callejero. La diversión no se hace esperar cuando los dioses descienden a los infiernos. Allí predomina la oscuridad y los tonos colorados que inundan la escena. Maritano apela por un lado a un humor chabacano y vulgar con gestualidades ordinarias a otro como el de transformación de Júpiter en mosca: la cápsula donde se produce la metamorfosis está tomado del film de David Cronenberg, “La mosca” por supuesto lejos del terror y de la ciencia ficción y más cerca de la sátira siguiendo el supuesto estilo de la obra. Un toque de humor intelectual que cayo frente a un tubo gigante de un repelente famoso que mata moscas y mosquitos.
Toda la opereta, insistimos, se desarrolló en un movimiento que afectó a todo el elenco. El coro tuvo que actuar excesivamente y fue puesto físicamente a prueba y esta situación se trasladó también, a los solistas, Iván Maier (Minos) Paula Almerares (Venus), Víctor Torres (John Styx), Eugenia Fuente (La Opinión Pública), Daniela Prado (Cupido) y el barítono Ricardo Seguel (Júpiter) Santiago Martínez (Plutón), se desempeñaron con un enorme compromiso, profesionalidad y resistencia vocal y lograron mantener tanto en lo vocal como en lo actoral una puesta alejada de lo que debe ser una genuina opereta.
La dirección de la Orquesta Estable del Teatro Colón estuvo a cargo de Christian Baldini que no logró insuflar el clima musical de la opereta, al contrario, estuvo muy pesado con la densidad de una ópera seria faltó juego y ligereza. No escuchamos a Offenbach, “ingenioso y petulante sátiro -según Nietzsche- que, como músico, se atiene a la gran tradición, y que para los que no solamente tienen orejas, es una verdadera liberación de los músicos sentimentales y, en el fondo, degenerados del romanticismo alemán.”
Una oportunidad desaprovechada. Por primera vez Orfeo subió al escenario del Teatro Colón de la calle Libertad, vaya a saber cuándo emergerá de los Infiernos de los régisseur y de los directores musicales que sin querer queriendo lograron parodiar a Offenbach y a la opereta.