Los Macocos: cuarenta años de comicidad y reflexión

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Por Alejandro A. Domínguez Benavides para Revista Argentina (Tercera Época)

¡Chau, Macoco! Autores: Los Macocos y Mariana Chaud. Dirección: Mariana Chaud. Elenco: Los Macocos (Daniel Casablanca, Martin Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts). Diseño de escenografía: Ariel Vaccaro, Paola Delgado.Diseño de vestuario: Analía Morales. Diseño de iluminación: Eli Sirlin Canciones: Los Macocos. Música original: Los Macocos y Tomi Rodríguez. Diseño sonoro y arreglos musicales: Tomi Rodríguez. Realización y puesta de video: Francisco Chiapparo. Coreografía: Luciana Acuña Asistencia de dirección y producción: Macocal Jimena Morrone. Asistencia de iluminación: Francisco Toia. Funciones: miércoles a domingos a las 20.30 en Teatro San Martín (Avenida Corrientes 1530).

Desde jóvenes, se vincularon con el teatro y en 1985 presentaron su primer espectáculo. Los Macocos, conformados por Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Woolf y Marcelo Xicarts, llevan cuarenta años juntos. Trabajaron en teatros independientes, oficiales y comerciales. Integraron el movimiento artístico de los años 80, junto a iniciativas desarrolladas en espacios como El Parakultural, Cemento o el Centro Cultural Rojas, lo cual resultó fundamental para el desarrollo del teatro porteño contemporáneo. No se ha replicado un fenómeno similar en cuanto a sus dimensiones estéticas y de trabajo grupal. Actualmente, se percibe en muchos casos falta de fortaleza en el trabajo colectivo, tan enriquecedor. La labor en equipo potencia ideas, fomenta el crecimiento profesional y ellos son un ejemplo.

Los Macocos al principio, optaron por crear sus propios espectáculos porque la poética del grupo no encajaba con el teatro de la época y no encontraban dramaturgos de  su generación que coincidiera con su consigna “Los Macocos no hacen teatro sino que lo deshacen”.  Recién veinte años después acercamos a obras políticas como Continente viril de Alejandro Acobino.

La crítica universitaria siguiendo la línea iniciada por Osvaldo Pellettieri,  en 1990, ubicaban a la poética de los Macocos dentro del teatro de la parodia y el cuestionamiento, pero  vaticinó que existía un progresivo acercamiento al realismo poético, un estilo que inicialmente había sido objetado, por el grupo, de manera significativa. La organización fragmentaria inicial de la intriga, basada en la simple yuxtaposición, dio paso a una estructura donde los sketches giraban en torno a un tema central y, en algunos casos relevantes, incorporaban desarrollos dramáticos enfocados en demostrar una tesis realista.

En este nuevo proyecto van más allá de la tesis realista  y se insertan en lo que denominan jocosamente viudrama y con ello cumplen la afirmación del macoco Javier Rama (1963-2008): “Toda puesta en escena es la puesta  de una relación, de un vínculo”. Nada menos que las viudas de los integrantes del grupo se hacen presente y reciben condolencias en el foyer de la Sala Casacuberta. Luego ingresan  como si fueran una espectadora más y se dirigen al escenario. En el trayecto conversan con el público, seguramente,  algún desprevenido no los reconoce y así en víspera de un entierro con urnas en mano comienza la fiesta multicolor del humor macocal

No podía ser de ser de otra manera. Con el mismo desparpajo e impudicia que vienen derrochando desde hace cuatro décadas se divierten y hacen teatro. Presentan un Biodrama al estilo Vivi Tellas pero, en tono humorístico, por supuesto. Narran primero la historia del grupo según sus viudas y luego con flashbacks rememoran los inicios artísticos de cada integrante y del grupo en general.

Son desopilantes los recuerdos de un profesor de teatro más interesado  en cobrar la cuota por su técnica corporal que en corregir a sus alumnos que la llevan al límite del disparate. Otro momento risueño reflexivo es cuando aparece el bichito que les inoculó el amor al teatro. Un bicharraco enorme de publicidad de repelente aparece en escena y echamos en la cuenta que también nosotros fuimos su víctima.

Desde hace cuarenta años, disfrutamos de un humor que combina ingenuidad y crítica social en obras como Adiós y buena suerte (1991), Macocrisis (1996) y Los Albornoz (delicias de una familia argentina  (2001). Además, crearon una banda musical para jóvenes (Macocos, mujeres y rock, 1989) y reinterpretaron clásicos teatrales como  Turandot y Androcles y el león.

Hace diez años celebraron juntos sus treinta años con la reposición de La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi (1998), obra emocionante que homenajea la historia de nuestro teatro nacional que llevaron de gira por varias provincias. Diez años más tarde optaron por cambiar el tipo de celebración y les salió muy bien.

Hubiesen podido hacer un recorrido de su larga trayectoria tomando fragmentos de las obras que hemos mencionado, optaron por poner a prueba la creatividad y convocaron con enorme humildad a la talentosa actriz y directora Mariana Chaud que con trazos delicados e imperceptibles se hace presente en esta fiesta que vienen preparando desde hace unos años.

En 2021 hicieron Maten a Hamlet: “una historia paralela a la tragedia –la definía Casablanca–. Y siempre tuvimos en cuenta el hecho del homenaje teatral. En Hamlet hay una obra dentro de la obra y nosotros hacemos la obra, de la obra, adentro de la obra. Vinieron unos amigos a ver un ensayo y nos dijeron que el espectáculo se convirtió en un homenaje al teatro y ese era nuestro objetivo”.

En “¡Chau, Macoco!” la muerte y el homenaje al teatro, el humor clásico y la capacidad para parodiar la realidad continúa. Una combinación excelente de  reflexión y comicidad que para colmo logra que el público continúe riendo.

¡Quédense Macocos, que el Chau sea sólo una licencia retórica!