Volver a pensar a Patrón Costas

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Ignacio A. López para Criterio

Nota de los editores de Revista Argentina (Tercera Época): esta nota fue publicada en 2015 por el aniversario de los 50 años del fallecimiento de Robustiano Patrón Costas. La recuperamos por el interés historiográfico y la actualidad que posee.

El 24 de septiembre (N. de la R.: de 2015) se cumplieron cincuenta años del fallecimiento de Robustiano Patrón Costas. Quizás la mayoría lo recuerde por haber sido el frustrado candidato presidencial en las elecciones de 1943, candidatura que supuestamente fue la causa próxima de la revolución de ese año. Para otros –no son pocos– su figura probablemente traiga a la mente adjetivaciones peyorativas como “oligarca”, “fraudulento” o “señor feudal”. Finalmente, una porción nada desdeñable tal vez ni siquiera sepa quién fue ese hombre público que actuó en la política nacional durante más de tres décadas. Su nombre, como el de tantos otros, anida en el arcón de los “no queridos”.

Seguramente muy pocos lo recuerden por haber sido primer gobernador de la provincia de Salta bajo el imperio de la ley Sáenz Peña; o por haber desempeñado la presidencia provisional del Senado a fines de los años ’30, desde donde gestionó importantes conexiones y articuló apoyos legislativos; o por haber sido un empresario exitoso, emprendedor y paternalista durante el período de entreguerras en su Salta natal, transformando una pequeña empresa en el ingenio azucarero más importante del Norte argentino.

Si la figura de Patrón Costas ha quedado asociada a estas imágenes negativas ello obedece al consenso político-ideológico que comenzó a gestarse desde los primeros tiempos de la revolución de 1943. El mismo Juan Domingo Perón en 1945 caracterizó a El Tabacal –su empresa– como un “verdadero feudo” con moneda propia y policía particular, pese a tener simpatías iniciales hacia su política obrera. Los comunistas, tiempo después, emprendieron una cruzada que tardaría en desmantelarse y creyeron ver en el político-empresario el cúmulo de los males de un ciclo político que se cerraba en la Argentina: fue para ellos representante de la “oligarquía agropecuaria”, “agente de monopolios imperialistas y “señor feudal del Norte”.

En el debate intelectual sesentista, intelectuales de primera línea dentro del revisionismo y la izquierda nacional consolidaron esas imágenes: ese “gran propietario azucarero del Norte” con intenciones rupturistas fue derrotado por el bonapartismo, escribió Jorge Abelardo Ramos. Para Rodolfo Puiggrós, Patrón Costas representó “uno de los más notorios oligarcas y epígonos de los monopolios extranjeros” de cuya “negatividad” había salido el movimiento popular que encabezó el coronel Perón. Sentencias y lugares comunes que nunca se desterraron y que sepultaban al notable salteño como genio y figura de la “década infame”.

Uno de los puntos controvertidos y debatidos en la historiografía ha sido la posible postura del candidato respecto a la Segunda Guerra Mundial y eventuales realineamientos en materia de política exterior. Mario Rapoport, en un trabajo escrito en los años setenta, analizó exhaustivamente informes de diplomáticos estadounidenses e ingleses que coincidían en que el neutralismo de Patrón Costas era un “compromiso” que el candidato había mantenido con el presidente Ramón Castillo pero que sería eventualmente cambiado una vez iniciada su gestión. Algunas fuentes incluso lo colocaban más con simpatías pro-británicas que pro-norteamericanas –estamos acostumbrados a leer los intereses comerciales que unían al candidato con algunas firmas de este origen–, pero lo cierto es que, más allá de hacia dónde dirigiese sus afinidades ideológicas o comerciales, un dato parecería irrefutable: una dirección distinta en política exterior se hubiese impreso en los momentos iniciales de su presidencia. Ruptura respecto de la postura de Castillo, sí. Eventuales realineamientos en materia de inserción internacional, sin embargo, permanecen en el terreno de la especulación pura.

Un segundo aspecto también discutido ha sido la consagración de su candidatura y la imposición “unánime” de Castillo frente a las diversas corrientes internas dentro del arco conservador. Su principal contrincante para obtener la nominación era el gobernador de Buenos Aires, Rodolfo Moreno, que luego de amenazar con actos de rebeldía, se vio obligado a renunciar a la gobernación en abril de 1943. Las posibles fisuras en el frente conservador, sin embargo, merecen ser revisadas. Una vez postulado, su candidatura gozó del apoyo de barones del interior bonaerense y del conurbano como lo demuestran adhesiones de los prohombres de las seccionales de Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Banfield, La Plata pero también de General Alvear, Luján, Mar del Plata, Necochea, entre otras tantas localidades.

Robustiano Patrón Costas Presidente interino de la Nación (Colección Diego Cornejo Castellanos)

También gozó de la adhesión de los núcleos demócratas de Capital Federal, Tucumán, Entre Ríos, Corrientes, La Rioja, y grupos radicales disidentes de Santa Fe, Mendoza y Santiago del Estero, Salta, Buenos Aires y Jujuy; de federaciones universitarias y de círculos obreros; de colectividades como la Israelita Argentina o la Helénica de Buenos Aires; de intelectuales de fuste como Ricardo Levene; o de personalidades que luego tendrían un rol protagónico en el peronismo como Ramón Carrillo u Oscar Ivanissevich.

Un tercer aspecto que merece una nueva consideración es su actividad empresarial en El Tabacal, como lo vienen manifestando una serie de trabajos académicos novedosos. El ingenio San Martín, fundado en 1918, pasó a ser en dos décadas una importante sociedad anónima que albergó a más de 15 mil personas en época de zafra anual. Era un complejo industrial con aserradero, talleres, fundiciones y doce colonias con grandes de unidades de vivienda. Una amplia red de caminos, ferrocarriles y red de regadío conectaba la zona con el resto de la provincia, además de poseer escuelas, espacios religiosos, un complejo de cine y un hospital equipado con importante tecnología moderna. El senador Alfredo Palacios viajó en 1937 en el marco de una investigación senatorial por los diversos ingenios del país y quedó sorprendido ante tamaña obra en la selva del Norte: “Imitemos la acción privada y los resultados serán proficuos”, señaló ante la Cámara alta.

Casa de empleado común del Ingenio San Martín del Tabacal (Álbum del Ingenio 1946)

Pasaron las décadas, las imágenes se cristalizaron, los consensos se reprodujeron y los libros repitieron. Sin embargo, como expresó Marc Bloch, los historiadores deberíamos ser capaces de evitar un error fatal en la disciplina dado que de la “simulación pura y simple” al “error enteramente involuntario” existen muchos matices aunque “sólo sea en razón de la fácil metamorfosis con que el embuste más burdo y sincero se trueca (…) en mentira habitual”.

Referencias bibliográficas
Bloch, Marc, Introducción a la Historia, Buenos Aires, FCE, 1952.
Girbal-Blacha, Noemí, “Poder político y acción privada en el agro argentino. La industria tabacalera (1900-1950)”, Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba, No. 11, 2009.
Honorable Cámara de Senadores de la Nación, Diario de sesiones, 22 de junio de 1937.
Partido Comunista, Esbozo de Historia del Partido Comunista de la Argentina, Buenos Aires, Editorial Anteo, 1947.
Perón, Juan Domingo, Yo, Juan Domingo Perón. Relato autobiográfico, Buenos Aires, Sudamericana, 1976.
Puiggrós, Rodolfo, La democracia fraudulenta, Buenos Aires, Corregidor, 1974.
Ramos, Jorge Abelardo, Historia política del Ejército argentino. De la Logia Lautaro a la industria pesada, Buenos Aires, Peña Lillo Editores, 1959.
Rapoport, Mario, “Patrón Costas y la revolución de 1943”, Todo es Historia, Buenos Aires, No. 150, noviembre de 1979.
Sweeney, Ernest y Domínguez Benavides, Alejandro, Robustiano Patrón Costas. Una leyenda argentina, Buenos Aires, Emecé, 1998.
Valle Michel, Azucena y Burgos, Federico, “Agroindustria azucarera y sindicatos en la provincia de Salta (1943-1955)”, Revista Escuela de Historia, Universidad Nacional de Salta, Año 4, Vol. 1, No. 4, 2005.

El autor es profesor de Historia Argentina Contemporánea en la UCA y la Universidad del Salvador.