

Por Alejandro Domínguez Benavides para Revista Argentina (Tercera Época)

Orquesta Estable del Teatro Colón
Domingo 29 de agosto de 2021
– Terpsichorean Suite de Michael Prätorious
– Concierto de Brandenburgo N° 3 en Sol mayor, BWV 1048 Johann Sebastian Bach
– “La llegada de la reina de Saba” de la ópera Salomón de Georg Friedrich Händel
– Richte mich gott de Felix Mendelssohn Bartholdy
– Marcha fúnebre de El ocaso de los dioses de Richard Wagner
– Feierlicher Einzug de Richard Strauss
Director Sebastiano Enrique Schneebeli
Calificación: Muy bueno.
Las orquestas en todos sus géneros guardan un orden en el escenario. Las orquestas sinfónicas, si bien pueden ofrecer variantes, guardan normas como la que prescribe que los instrumentos de sonoridad escasa no se ubicarán a la zaga, y a la inversa, ningún trombonista se sentará en el frente. Esa norma se alteró en esta velada. Tuvimos no solo a los trombones en frente nuestro sino a las trompetas y todos los metales y a los percusionistas que siempre están ubicados en las últimas filas y además el director Enrique Schneebeli es intérprete del trombón bajo en la Orquesta Estable del Teatro Colón, profesor de la cátedra de trombón del ISATC y desde 2001 se desempeña como coorganizador y profesor del Encuentro Internacional Trombonanza.
La Majestuosa suite Terpsichorean de Michael Praæetorius
El concierto se abrió con la Terpsichorean Suite de Michael Praæetorius, un músico que no se escucha con frecuencia en las salas de concierto. Nació el 15 de febrero de 1571 en Creuzburg, Turingia cerca de Eisenach, hijo de un pastor luterano, educado en Frankfurt an der Oder y Zerbst, allí fue organista de la Iglesia de Sankt Marien. Años más tarde se puso al servicio del duque Enrique Julio de Brunswick en Wolfenbüttel y fue nombrado maestro de capilla en 1604. Poco después también empezó a trabajar para el Landgrave Moritz de Hesse en Kassel, y tras la muerte del duque Enrique Julio en 1613 pasó varios años trabajando para el Elector de Sajonia en Dresde. En ese momento era uno de los músicos más famosos de Alemania y trabajó en varias ocasiones durante los siguientes años en Magdeburg, Halle, Sonderhausen, Kassel, Leipzig, Nuremberg y Bayreuth. Sin embargo, continuó como maestro de capilla en la corte de Wolfenbüttel, y murió allí en su quincuagésimo cumpleaños, el 15 de febrero de 1621.

Este autor dedicó la mayor parte de su vida a la música religiosa. Publicó más de veinte colecciones, en su mayoría corales luteranos. También escribió una serie de colecciones de música secular con el nombre de las musas griegas, incluidas Euterpe (danzas italianas e inglesas), Thalia (toccatas y canzonas) y Erato (canciones seculares alemanas) y Terpsichore, musarum aoniarum quinta (Wolfenbüttel, 1612), que consta de trescientas doce danzas en cuatro, cinco y seis partes. A menudo se asume que el contenido de Terpsícore son las composiciones del propio Praæetorius, aunque en la dedicatoria al duque Heinrich Julius escribió que “estas variadas bransles (bailes y melodías francesas) habían sido ‘traídas por el maestro de baile de Su Alteza Real Antoine Emeraud de Francia ‘y fueron’ entregadas a mí para que las dividiera en cuatro o cinco partes, lo cual he hecho con justicia”. A lo largo de la colección, distingue entre piezas que calificó como “MPC” (sus armonizaciones de melodías proporcionadas por Emeraud), aquellas que atribuyó a “FC” (piezas originales en cinco partes de Pierre Francisque Caroubel, un violinista de la corte francesa que pasó algún tiempo en la Corte de Wolfenbüttel alrededor de 1610), y aquellos a los que etiquetó como “Incerti” o anónimos (piezas recibidas por él en forma de dos partes, a las que simplemente agregó partes internas).

Aunque Praæetorius afirma varias veces que Terpsícore es una colección de danzas francesas, en realidad es bastante más diversa, sobre todo a partir de los números 22 al 34 conforman un apartado de lo que podríamos llamar bailes genéricos: cada uno parece provenir de un país diferente. En algunos casos, como el bourrée (de Auvernia), la saraband (posiblemente de América Latina) y la canarie (de las Islas Canarias), la danza se hizo muy popular posteriormente y atrajo un repertorio de muchas otras melodías, aunque el pavan de España y la spagnoletta (‘proviene de los Países Bajos y se baila muy raramente en Francia, según Praæetorius).
Puede sorprender a algunas personas que la flauta, el tabor (tambor manual que se utilizaba en desfiles y procesiones) y la gaita sean los únicos instrumentos de viento utilizados en algunas grabaciones. Durante los últimos cincuenta años ha crecido una tradición, principalmente inspirada en el clásico Archiv LP de Fritz Neumeyer de la década de 1950, de realizar grabaciones de Terpsichore que explotan los variados colores del viento renacentista y los instrumentos de cuerda descritos por Praæetorius en el segundo volumen de su tratado Syntagma musicum (Wolfenbüttel, 1618).
En la función del domingo 29/08 las trompetas, cornos, trombones, tubas y tambores, sonaron con esos colores y aires renacentistas, sin las cuerdas los que se impusieron en el escenario del Teatro Colón. “Anunciando -como escribió Marra de la Fuente en el programa de mano- la llegada de alguien importante con fanfarrias y cornos…”.
Obras transcriptas y notablemente ejecutadas
¿Praetorius ofreció su pórtico para recibir a Bach, Händel, Mendelssohn Bartholdy, Wagner y Strauss? No lo sabemos, pero así lo vivimos. El concierto de Branderburgo N° 3 fue escrito para nueve cuerdas (tres violines, violas y violonchelos) y continuo. El maestro Schneebeli dirigió una transcripción para vientos impecable y sorprendente.
Salomón, más que una ópera, es un oratorio de Händel. La orquesta interpretó con acierto La llegada de la reina de Saba. Una obra que se ha utilizado durante las celebraciones de bodas y para los memoriosos tuvo una efímera popularidad en el marco de la apertura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Esta pieza instrumental fue escrita para dos oboes y cuerdas. El arreglo para metales se lo debemos al trompetista inglés Paul Archibald.
Para el final el Salmo 43 musicalizado por Mendelssohn Bartholdy dio un poco de sosiego a una tarde vibrante de bronces y timbales que continuó con la Marcha fúnebre de El ocaso de los dioses, siempre conmovedora y una obra de Richard Strauss escrita por encargo por Los Caballeros de San Juan, en 1909. El maestro Schneebeli ilustró cada obra con un comentario y cerró el concierto con unas reflexiones que compartimos. El teatro es un lugar de encuentro espiritual que no lo suple ni la mejor de las grabaciones, ni el más novedoso de los streamings. Para acallar los aplausos, el ensamble ofreció de regalo una magnífica versión de Violentango de Astor Piazzolla.