Sócrates y el principio de la sabiduría

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Por Carlos Alberto Sacheri

Nota de los redactores de Revista Argentina (Tercera Época): se trata de un fragmento de la Lección 2: Idealismo y realismo de Filosofía e historia de las ideas filosóficas de Carlos Alberto Sacheri. El filósofo argentino ofrecía el texto de la cátedra en el Curso Introductorio de la carrera de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. El texto original data de 1972. Fue publicado recientemente: Filosofía e historia de las ideas filosóficas, Mendoza, Ediciones Escipión, 2016.


El “sólo sé que no sé nada” es el principio de la sabiduría, es el principio de la verdad, no es el principio de la indiferencia o del escepticismo, porque el “sólo sé que no sé nada” de Sócrates no es en ningún modo una negación de toda posibilidad de verdad, y si hay un ejemplo característico y eminente en toda la historia del pensamiento humano en cualquier civilización que sea, es precisamente el caso de Sócrates. Pues si Sócrates llega incluso a aceptar la cicuta que se le imponía, en una autoeliminación forzada por las leyes de Atenas, y la decisión del Tribunal, es precisamente para dar testimonio de que aquellas verdades que él vivió predicando durante más de 60 años, justificaban por no renunciar a ellas, el precio de la propia vida de Sócrates. Y sin embargo, el “sólo sé que no sé nada” es precisamente de Sócrates, y es la base de su método, para eliminar la falsa ciencia, el falso conocimiento de las cosas. El comienzo de la actitud filosófica es precisamente lo que Sócrates vivió durante toda su vida y aquello por lo cual muere, es decir que hay que distinguir un conocimiento adecuado de las cosas, con esa falsa ciencia de saber de todo, que nos encantaría tener pero que no tenemos; de ahí que Sócrates, por esa actitud de autenticidad se suscitara tantos enemigos, ya que a nadie le hacía gracia tener que soportar el interrogatorio socrático y llegar a los ojos del propio espejo interior y a los ojos de los demás, a la conclusión de que realmente lo que creía saber tan bien no era tan bien conocido por él, o que no manejaba en absoluto los conocimientos de que se preciaba.

Sócrates no dudaba de todo, la duda total es una actitud muy poco frecuente en la antigüedad, y sí es metódicamente frecuente a partir del siglo XVI con Descartes. La actitud de duda universal es una actitud propia de la mente moderna, posterior al Renacimiento mismo, y surge metódicamente con Descartes en el siglo XVI y culmina curiosamente con el idealismo absoluto de Hegel en el siglo XIX”.