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Por Alejandro A. Domínguez Benavides para Revista Argentina (Tercera Época)

Teatro Colón

Lunes 28 de agosto de 2023

Créditos fotográficos Liliana Morsia

Orquesta Sinfónica de Lucerna

Michael Sanderling director

Solista: Steven Isserlis  violonchelo

Programa:

Egmont, obertura, Op. 84 n.º1  de Ludwig van Beethoven
Concierto para violonchelo y orquesta en La menor, Op. 129 de Robert Schumann

– Sinfonía n.º 5 en Do menor, Op. 67 de Ludwig van Beethoven
Calificación: Excelente

La Orquesta Sinfónica de Lucerna ofreció un programa de obras en general muy conocidas – en especial las dos obras de Beethoven-. Esta elección puede entrañar el riesgo de que los oyentes más experimentados puedan descubrir un mínimo error, pero por otro lado una brillante presentación como la ejecutada por la Orquesta suiza, puede convertirse en modelo para tener en cuenta en futuras audiciones. Adelanto que no recuerdo haber escuchado en vivo una versión de las obras del corpus beethoveniano como la ejecutada en esta ocasión.

Egmont según Sanderling

Cuando Beethoven recibió el encargo del Burgtheater de Viena de componer música escénica para la tragedia Egmont de Goethe en 1809, lo consideró un gran honor. El ímpetu habría sido aún más fuerte porque el drama, sobre un noble holandés, que fue víctima de un complot de un gobernante español, previó desde el principio música en varios puntos. Beethoven declaró más tarde en repetidas ocasiones que no recibió ningún honorario de la dirección del teatro, sino que había escrito la música “únicamente por amor al poeta”. La obertura se separó del resto de la música incidental desde el principio; se publicó por separado y pronto se interpretó como una pieza de concierto independiente de la tragedia escénica.

Michael Sanderling, dirigió la obertura Egmont apoyando los contrastes con precisión, niveló inteligentemente los crescendos a partir de los contrabajos, promovió la comodidad de los músicos a través de gestos funcionales. Sus intenciones fueron claras: ataques de percusión, equilibrio general, fraseo elegante, estos son los tres fundamentos a partir de los cuales creó un Beethoven exacto, muy clásico, pero no exento de dramatismo.
           

Un artista mutifacético

Steven Isserlis ha disfrutado de una distinguida carrera no sólo como violonchelista, sino también como educador, autor y locutor. Además de dos libros infantiles sobre compositores clásicos, Why Beethoven Threw the Stew (2001) y Why Handel Waggled His Wig (2006), ambos publicados por Faber and Faber, su libro más reciente es Robert Schumann´s  Advice for to Young Musicians publicado en el 2020, por University of Chicago Press.

También fue escritor y presentador de un documental sobre la vida de Schumann, que parece ligado umbilicalmente a una grabación del Concierto para violonchelo en la menor del compositor, op. 129, realizado en 1996 con Christoph Eschenbach, Deutsche Kammerphilharmonie Bremen para su posterior lanzamiento por Sony Canadá.

El Concierto para violonchelo de Schumann, una obra tardía, fue escrito en 1850, el año en que se convirtió en director musical de la ciudad de Düsseldorf, puesto que rápidamente le resultó difícil, ya que había cada vez más evidencia de un colapso mental que finalmente lo llevaría a un asilo en 1854, muriendo allí sólo dos años después. Se trata de una obra ciertamente secundaria en importancia respecto de su famoso Concierto para piano, en el mismo tono, compuesto cinco años antes. Sin embargo, es una gran obra innovadora por derecho propio: progresista, aunque algo enigmática y descarriada en términos de desviaciones de las convenciones estructurales tradicionales de la época, lo que lo marca como un concierto verdaderamente romántico desde sus notas iniciales.

El material temático introducido desde el principio se utiliza y desarrolla a lo largo de sus 25 minutos de duración, sus tres movimientos enlazados sin pausa, dando como resultado una obra muy unificada a pesar de su amplio compás emocional. Un fuerte sentido de desarrollo dramático mantiene unidos los amplios cambios de humor de la obra en su camino hacia una conclusión brillantemente optimista. La interpretación de Isserlis le dio al concierto una calidez sutil y una agilidad sensible y suelta combinándola con un lirismo brillante y luminoso en sus pasajes melódicos más amplios.

Una nota final sobre este segmento para los curiosos de los instrumentos: el violonchelo de Isserlis es el Stradivarius Marqués de Corberon (Nelsova) construido en 1726 y prestado por la Real Academia de Música, donde ahora es profesor visitante de violonchelo Marqués de Corberon.  El violonchelo fue regalado originalmente a la academia en 1960 por Audrey Melville con instrucciones explícitas de que la violonchelista estadounidense Zara Nelsova, fallecida en 2002, podría utilizar el instrumento durante toda su vida. Construido en forma de “B” de Stradivari, con una configuración moderna y mástil injertado, la tapa del violonchelo está hecha de un par de cuñas a juego de abeto cortado en cuartos con un fondo y lados de sauce de una sola pieza cortados en losa, terminado con un Barniz translúcido de color naranja intenso.


                 Una sinfonía para sinfonistas
           

La Quinta de Beethoven puede ser la pieza clásica más interpretada en el mundo. También es una música ante la cual es imposible permanecer apático. En su completo libro sobre Beethoven, el ex director del Konserthuset, Åke Holmquist, escribió que la sinfonía es “reducida e increíblemente concentrada, con contrastes violentos, fácil de seguir y, si uno así lo desea, con ‘acción’: de la oscuridad a la luz, de lucha por triunfar. Además, se piensa que la Quinta, como ninguna otra pieza, retrata el mito de Beethoven: solo contra el destino, el titán luchador, que sólo puede prevalecer a través del conflicto”.

La Sinfonía n.º 5 de Beethoven, compuesta en 1808, se considera el non plus ultra de la música clásica. Fue el contraste entre su sombría y dramática apertura en do menor y el jubiloso final en do mayor lo que primero dio lugar a las conocidas metáforas de “a través de la oscuridad hacia la luz” y “victoria sobre el destino”.
            La Quinta de Beethoven dirigida nada menos que por el tercer hijo del famoso director de orquesta alemán Kurt Sanderling, Michael Sanderling, que actualmente es uno de los directores de orquesta más populares de Europa. En la conocida sinfonía, Sanderling presentó nuevas posibilidades para la interpretación de Beethoven., con su tempo rápido y sonido ligero, resaltó los patrones transparentes de las voces individuales, ampliando aún más las posibilidades de la interpretación del gran genio de Bonn.

Obras fuera de programa: J.S. Bach, “Sarabande” de la Suite n.3 en Do mayor, BWV 1009 / Edward Elgar, “Nimrod”, 9na de las Variaciones “Enigma” / Johannes Brahms, Danza húngara n.5 .