“La vida es sueño”: Una tragedia filosófica en clave de vodevil

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Por Alejandro A. Domínguez Benavides para Revista Argentina (Tercera Época)

                       

“La vida es sueño”, Pedro Calderón de la Barca. Compañía Nacional de Teatro Clásico de España. Con Ernesto Arias, Prince Ezeanyim, Rebeca Matellán, Manuel Moya, Alfredo Noval, Goizalde Núñez, Antonio Prieto, Ángel Ruiz e Irene Serrano. Iluminación de Ganecha Gil, diseño de escenografía y vestuario de Nick Ormerod Sonido y composición de Fernando Epelde. Asesor de dramaturgia: Pedro Villora. Movimiento: Amaya Galeote. Director técnico: Oscar Sainz. Regidor: Alex Stanciu. Teatro Regio.

 Calificación: Muy bueno

La vida es sueño, estrenada en 1635 fue concebida durante el barroco español. Resuenan en la obra de Calderón de la Barca los ecos del famoso mito de la caverna platónica.  El director inglés Declan Donnellan al frente de un elenco de actores de la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España ofrece una versión radical, e irónica de este clásico, que plantea cuestiones como el destino del hombre, la dualidad de libertad de elección versus  predestinación, el ejercicio del libre albedrío o los condicionantes derivados, de la educación y el conocimiento, mezcla con acierto la realidad y los sueños, desliza la eterna pregunta de ¿qué es lo irreal?, cuestión tan de máxima actualidad en el siglo XVII, como en este siglo XXI.

Imposible reparar profundamente en estas cuestiones  si  se elige -como lo hizo Donellan- el camino  del vodevil, el vestuario de mitad del siglo XX, la música de Xavier Cugat y Carmen Miranda cantando: Cúanto le gusta, le gusta, le gusta  como leitmotiv musical, una escenografía  simple: puertas en el fondo del escenario que se abren y cierran en sucesión,  propias de una  comedia de enredos, los mensajes que proclaman el placer como fin supremo de  la vida, las risas enlatadas, los guiños a sitcoms,  no consiguen mitigar la fuerza del verso de Calderón, pero quienes utilizan aquellos medios para presentarnos su particular y británica visión sobre ‘La vida es sueño‘ sí logran reducir el gran drama filosófico del teatro español, hasta mutarlo en una fábula, no exenta de calidad e interés,

 

Donnellan ‒quien visitó el Teatro San Martín en 1994 con Cheek by Jowl para ofrecer una irreverente y original versión de Medida por medida de Shakespeare, y en 2007 con Noche de reyes, del mismo autor, pero dirigiendo a un elenco ruso‒, dice sobre La vida es sueño: “Calderón sugiere que nuestro principal terror no es la muerte, sino la existencia, algo completamente diferente. También nos hace preguntarnos por la razón por la que hacemos las cosas, si no es para demostrar que estamos aquí”.

Creemos que la puesta de Donnellan es ágil, tiene ritmo, divierte. El espacio escénico en algunos momentos es la sala teatral entera. Calderón y su obra -escrita a los veintisiete años- es un pretexto para que se luzca un grupo de buenos actores empezando por Ernesto Arias (rey Basilio) que está en el escenario de comienzo a fin junto a Goizalde Núñez, una experimentada y conocida actriz de la TV española que logra componer con gracia a Clarín, el criado y sin dudar Alfredo Noval, un Segismundo con aspecto de hippie, joven, barbado y muy buen actor que rompe con todos los estereotipos canónicos. Sorprende su balbuceo al comenzar el famoso monologo del primer acto. El director busca subrayar esa situación, aunque el famoso monologo se pierda y no se disfrute en plenitud. Creemos que el personaje que se desperdicio fue Rosaura -Rebeca Matellán-.Y el resto del elenco se diluyó en el folletín vodevilesco.

           

En La vida es sueño de Donellan tiene todos los ingredientes del buen teatro sin caer en vanguardismos extremos y por supuesto lejos del barroquismo formal de Calderón.